Ponencia durante la sexta edición del MEES DAY, un encuentro de Mi Empresa es Saludable que tiene como objetivo conocer nuevos aspectos del bienestar laboral y premiar a las empresas que destacan por sus prácticas en este ámbito.
Durante mi intervención, el 23 de septiembre de 2020, titulada “Arquitectura Saludable: herramienta clave en la prevención del covid”, expliqué cómo la arquitectura impacta en la salud de las personas.
Como señalé, “nuestra oportunidad consiste en cambiar la forma en la que hacemos la arquitectura y pensar en las nuevas generaciones para conseguir que las empresas sean lugares donde se viva la salud”.
(Córdoba, 17 septiembre 2021). – Una decena de expertos procedentes de diversos puntos de España (Madrid, Málaga, Granada y la propia Córdoba) han participado hoy en la webinar Ciudad Saludable. Ciudad Próxima, una actividad incluida en el programa de actividades de la Semana de la Movilidad. Los participantes han analizado el rediseño de la ciudad de “forma saludable” y, como ha puntualizado el arquitecto urbanista y coordinador del seminario, Antonio Bolívar, han contado sus experiencias para favorecer un “urbanismo saludable y un desplazamiento de proximidad, seguro y cómodo”.
La arquitecta Rita Gasalla, CEO de Galöw Arquitectura Saludable y presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable de Madrid, ha abundado en la necesidad de recorrer el camino hacia las Healthy Smart Cities para velar por la salud colectiva y la esperanza de vida cuidando las condiciones de los edificios.
Para Gasalla, «necesitamos un nuevo acuerdo social que priorice la salud de las personas a través de los edificios y las ciudades».
«La reciente crisis global ha demostrado que el entorno urbano en el que vivimos tiene una enorme repercusión en nuestra salud y calidad de vida», aseguró.
¿Qué importancia tienen los datos en la arquitectura saludable?
El análisis de los datos permite conocer de qué forma impactan los espacios cerrados en nuestro bienestar físico y mental, como explica Rita Gasalla, CEO de Galöw Arquitectura Saludable y presidente del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS) en Data is in the air, un programa de Capital Radio.
«Interrelacionamos los datos y calculamos un ratio coste-beneficio para que los clientes puedan tomar la decisión adecuada y que puedan tener una experiencia de usuario más allá de la eficiencia y la funcionalidad», explicó Gasalla que señaló además que «lo que hacemos continuamente es instalar sondas que nos aportan parámetros para tomar decisiones acertadas optimizando el espacio».
Cómo los espacios influyen en los niveles de estrés y la productividad, en las oficinas, o la recuperación de los enfermos en los hospitales, fueron otros de los temas abordados durante la entrevista junto al periodista Luis Vicente Muñoz; Esther Morales, socia de PiperLab y Enrique Polo, vicepresidente de Salesforce Iberia.
Entrevista de Ángel Expósito, presentador y director de La Linterna de la Cadena COPE. Abordamos cómo la pandemia ha cambiado nuestros espacios, la forma en la que vivimos y trabajamos y qué podemos hacer desde la arquitectura saludable.
El bienestar físico y mental de las personas, que deben estar en el foco, influye en todo lo demás. Aire, ruido, iluminación y ergonomía son las cuatro claves sobre las que actuar para hacer de unas oficinas,unos espacios seguros, saludables, competitivos y sostenibles.
Además hablamos sobre neuroarquitectura, la rama de la arquitectura saludable que busca entender cómo el entorno modifica nuestras emociones, pensamientos o conductas, trabajando estrechamente con científicos.
Una de las expresiones populares más conocidas en España es la de “dar gato por liebre”. De esta forma nos referimos a quien intenta engañarnos en la calidad de una cosa, dándonos algo parecido, pero peor.
El origen más probable de esta expresión, habría que buscarla en las prácticas de las que se acusaba antaño a los venteros, y que consistirían en dar carne de gato a quienes pedían liebre.
En mi familia, muy dados al uso de refranes y expresiones populares, dábamos la vuelta a la tortilla cuando queríamos hablar precisamente de lo contrario. Es decir, cuando se daba algo mejor de lo que se nos había pedido.
Como arquitecta, muchas veces doy “liebre por gato” a la hora de llevar a cabo los proyectos. Porque, aunque son ya muchas las personas que tienen noticias sobre arquitectura saludable, todavía hay quienes no conocen todos sus criterios, sus posibles aplicaciones y sus beneficios.
Así es que cuando alguien me encarga un proyecto para construir o reformar sus espacios de trabajo o sus hoteles, nos ponemos manos a la obra para ofrecer más. Se trata de aprovechar cada oportunidad para mejorar la calidad de vida de las personas.
Frente a las apuestas tradicionales, utilizamos materiales antibacterianos, pinturas que absorben C02 o moquetas que retienen las partículas de polvo más finas.
Además, optamos por los sistemas que mejoran la calidad del aire; materiales fonoabsorbentes; iluminación regulable y adaptada a los ritmos circadianos; equipos de purificación de agua; zonificación de temperatura con controles individualizados; extracción mecánica del radón, mobiliario activo y ergonómico o naturación de los espacios.
En un artículo es muy difícil, por no decir imposible, incluir todas las posibilidades que nos ofrece la arquitectura saludable, ayudada en los últimos años por la tecnología, pero también recuperando criterios y conocimientos acumulados a lo largo de la historia de la humanidad.
La situación actual, golpeados por la pandemia, preocupados por la sostenibilidad y el medio ambiente, nos obliga a reflexionar profundamente sobre nuestra forma de vida actual y nuestro modelo de futuro. Vivimos un cambio de paradigma global, con la arquitectura saludable como pieza clave en la construcción de nuestro futuro.
Los edificios en los que habitamos y trabajamos, los espacios cerrados en los que pasamos el 90% de nuestras vidas, deben ser seguros, protegernos de las enfermedades, convertirse en medicina preventiva.
Eso sucede cuando diseñamos espacios en los que garantizamos la calidad del aire, confort térmico, acústico y lumínico y mobiliario y ambientes ergonómicos. Nuestra salud y nuestra vida mejoran si no estamos expuestos a tóxicos de materiales de construcción y si estamos más descansados porque los espacios nos generan bienestar mental y nos liberan del estrés.
Según estudios de UC Berkeley, una mejor calidad del aire mejora la productividad entre un 8% y un 11%; tener vistas a un espacio natural incremente la concentración un 15% y el ruido o una temperatura inadecuada pueden reducir nuestra productividad hasta un 60%.
La arquitectura saludable no es un gasto. Es una inversión rentable porque por un desembolso moderado obtenemos grandes beneficios.
Dar libre por gato, nunca fue mejor negocio.
Publicado con anterioridad en LinkedIn el 16 de junio de 2021