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El pasado 22 de noviembre tuve el placer de moderar el III Desayuno Vital Spaces organizado por Sodexo Iberia en sus oficinas de Madrid y con el título «“Las claves del workplace saludable: trabajo y bienestar en la oficina”.

En la mesa de debate participaron Inés Perea, Directora General de Jazz Pharmaceuticals, Sofía Herreros, Tetra Pak Iberia Facility and Real State Manager y Jorge Ybañez, Service Innovation & HSE Director de Sodexo Iberia.

Durante la charla abordamos la evolución del workplace en la realidad laboral actual, y cómo los entornos de trabajo pueden ayudar a mejorar el bienestar y la felicidad de los empleados y cuáles son sus claves.

Este desayuno nos dio además oportunidad de conocer mejor el proyecto de Galöw Arquitectura Saludable para las oficinas de Jazz Pharmaceuticals en Madrid, que explicó con detalle Perea.

Sodexo impulsa el workplace saludable y sostenible para generar bienestar en las personas en su Tercer Desayuno Vital Spaces

Sodexo impulsa el workplace saludable en su tercer desayuno Vital Spaces

Sodexo impulsa el workplace saludable y sostenible para generar bienestar en las personas en su Tercer Desayuno Vital Spaces

El pasado 21 de junio tuve la oportunidad de participar en la mesa de debate «La oficina de empresa» dentro de la jornada THE NEW WORK & LIVING SPACE organizada por la Cámara de Comercio Hispano Danesa y Auren Spain.

Como arquitecta, puse en valor lo que los espacios construidos significan para las personas y cómo las empresas pueden cuidar de sus trabajadores al tiempo que incrementan su productividad.

Como señalé, la cuenta de resultados de las empresas es directamente proporcionar al nivel de bienestar y satisfacción de los empleados. Por supuesto, las oficinas saludables son sostenibles, puesto que todo lo que cuida de las personas cuida del medio ambiente y viceversa.

En la mesa, moderada por Rubén Esteller, subdirector de El Economista, intervinieron además Rafael Ramos, de Danfoss, Beatriz Santos, de ISS Facility Services, Rocio Abofalio, de Kamstrup y Albert Grau, de Rockwool.

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Como CEO de Galöw y presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS) participé en la mesa de debate del encuentro «El papel del Facility Manager a la hora de asegurar espacios saludables» organizado por la Comisión de Workplace y Personas de IFMA España en la Casa de la Luz de Simon el pasado 19 de abril.

Joaquina Garrido-Arroquia, sponsor de la citada Comisión presentó el encuentro que contó con la intervención de 12 expertos en distintas disciplinas, entre los que se encontraban Ignacio Luengo, Business Development Director de ISG Iberia; Beatriz Cebrián, Directora de Marketing y Coordinadora de Proyectos en Agencia P&R – CAIMI en España; Soledat Berbegal, Consejera y Directora de Reputación de Marca de ACTIU y Fran Murcia, Global Wellbeing Director de Howden Iberia.

En la mesa de debate, moderada por la propia Joaquina Garrido-Arroquia, intervinieron junto conmigo, Encarnación Tato, Directora de Salud, Seguridad y Bienestar Corporativo, así como de Servicios Médicos de Accenture; María Jesús Serrano, Subdirectora de Relaciones Laborales y prevención de MAPFRE; Fernando Lallana, Workplace & Wellbeing Manager de Heineken España y Gabriel Caparrós, Director General de Medios Materiales del IE.

Como expliqué, necesitamos que profesionales y empresas se sumen al esfuerzo transformador del OAS, para que los espacios en los que trabajamos sean la base desde donde construir una sociedad enfocada en la salud y el bienestar de las personas.

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Recientemente leía un artículo que aseguraba que un edificio inteligente es aquel que emplea la tecnología más avanzada y reduce los costes de funcionamiento. Indudablemente esos aspectos son fundamentales, pero habría que añadir que no hay edificio inteligente si no es saludable.

La pandemia nos ha obligado a repensar los espacios de trabajo, para que además de innovadores, tecnológicamente avanzados y eficientes, sean seguros y saludables.

Ahora, esos espacios deben responder a las necesidades de las personas, con un nuevo modelo, flexible, que permita distintas formas de trabajar; que atraiga y retenga el talento y que ofrezca mejores experiencias a los usuarios. Todo ello sin incrementar costes.

En este contexto, se abren paso nuevos conceptos como el “agile workplace”, un espacio de trabajo ágil, como su nombre indica, en el que un equipo de personas, con libertad y autonomía, construyen colectivamente en un entorno que favorece la comunicación y la relación entre compañeros. Y, además, reduce el estrés, mejora el ambiente laboral y el compromiso con la empresa.

Todos podemos comprender que este ambiente amable favorece la creatividad y la productividad de los equipos. Las empresas son más conscientes que nunca de que para ser competitivas deben proteger y potenciar su principal activo, el capital humano. Y aquí es donde entran en juego la Arquitectura Saludable y la neuroarquitectura, porque los espacios construidos, como certifican prestigiosos estudios realizados al respecto, impactan en el bienestar físico y mental de las personas y en su productividad.

Como decía, no hay entorno inteligente, si no es saludable. Y eso lo medimos con parámetros que nos permiten detectar qué beneficia y qué perjudica a las personas y cómo, por lo tanto, podemos reducir los costes por absentismolaboral.

¿Qué factores medimos para saber si un espacio de trabajo es saludable? Los fundamentales son la calidad del aire; el confort acústico e higrotérmico y la iluminación.

Sobre la calidad del aire se ha escrito mucho en los últimos años por razones obvias. Lo cierto es que estudios anteriores a la pandemia ya alertaban sobre la importancia de ventilar y filtrar el aire que respiramos, para eliminar las partículas nocivas y para potenciar la capacidad intelectual de las personas.

Los espacios mal ventilados nos provocan dolor de cabeza, fatiga, congestión nasal, mareos, náuseas…Este conjunto de síntomas derivados de la exposición prolongada a espacios mal ventilados, ya se definió en 1984 por la Organización Mundial de la Salud, como el síndrome del edificio enfermo (SBS). Yo prefiero llamar a ese tipo de edificios enfermantes para que se entienda que es el edificio el que provoca problemas de salud a las personas.

Estudios realizados por el “International Well Building Institute” demuestran que una mejor calidad del aire incrementa la productividad entre un 8% y un 11%.

También alertan sobre otros factores como el ruido que puede reducir la eficiencia en el trabajo hasta un 60%.  Para evitar el ruido, es tan importante el aislamiento como el acondicionamiento acústico de los espacios. El ruido afecta a nuestro bienestar físico y mental, reduciendo nuestra concentración e influye negativamente en la calidad de nuestro trabajo. También altera los sistemas cardiovascular y endocrino.

Otros de los factores clave son temperatura y humedad. Todos sabemos que los valores para alcanzar el confort higrotérmico varían entre los diferentes individuos, pero debemos automatizar el ajuste a las preferencias de los usuarios, ya que, si trabajamos en condiciones térmicas desfavorables y con niveles de humedad inadecuados, podemos sufrir dolores de cabeza, cansancio, problemas de concentración, irritabilidad y hasta alteraciones cardiacas.

En la iluminación, lo ideal es aprovechar al máximo la luz natural durante el día, y complementarla con iluminación artificial con buena reproducción cromática y a ser posible adaptada a los ritmos circadianos, aquellos que regulan a lo largo del día procesos biológicos como el sueño. La calidad, intensidad y dirección de la luz condiciona nuestro confort visual y es fundamental para poder dormir bien y evitar dolores de cabeza. Una iluminación incorrecta reduce nuestro rendimiento.

Hay además otros factores importantes como la naturación. Introducir plantas vivas tiene un probado efecto positivo en nuestro estado de ánimo, nos inspiran y purifican el aire. Estudios de las Universidades de Cardiff y Exeter certifican que tener plantas o disfrutar de buenas vistas aumenta la productividad hasta un 15%.

Los espacios impactan en nuestra salud física y mental, y, la neuroarquitectura, analiza científicamente cómo los entornos modifican nuestras emociones y nuestros procesos cognitivos. Es una herramienta muy útil que traslada las sensaciones que nos provocan los espacios construidos a datos medibles.  Surgió a mediados del siglo pasado, a raíz de la experiencia del virólogo Jonas Salk, descubridor de la vacuna de la polio. Un viaje a Italia, y un entorno único, como la Basílica de San Francisco de Asís, le permitieron terminar con éxito sus investigaciones. Más tarde contactaría con el arquitecto Louis Kahn con el que construyó el Instituto Salk, referencia mundial en biología y neuroarquitectura.

Esta disciplina lleva décadas entre nosotros, y en la actualidad se complementa con la arquitectura saludable, el agile workplace, del que hablamos al principio, o el lean office, una filosofía de trabajo que tiene como objetivo optimizar las tareas administrativas, ahorrando costes e incrementando la productividad.

Estamos construyendo un nuevo paradigma sustentado en los pilares de la salud, el bienestar, la inclusión y la sostenibilidad, que es además de social, competitivo y rentable.

Publicado con anterioridad en la Revista IFMA edición nº 17