Antes de la pandemia que nos ha cambiado la vida a todos, España era la segunda potencia turística mundial, solo superada por Francia. Casi 84 millones de personas visitaron nuestro país en 2019. En 2020, la cifra se redujo un 77%, hasta los 19 millones de viajeros extranjeros, convirtiéndose en un año negro para el turismo, no solo nacional, sino mundial.
El arranque de 2021 tampoco está siendo fácil. En Semana Santa, las restricciones de movilidad, aunque con excepciones, han supuesto un nuevo golpe al sector hotelero. El impacto de la pandemia sobre el sector turístico está siendo tan dramático que recuperar la actividad y la confianza de las personas, es la prioridad. Se trata de salvar miles de negocios que se están jugando su supervivencia.
Y ahora, ¿qué ocurrirá en el verano? ¿Se recuperará el flujo de viajeros? Y si es así, ¿está preparando nuestro tejido hotelero para ofrecer garantías a sus huéspedes? ¿Qué puede hacer en estos momentos el sector hotelero? En la respuesta a esta última pregunta puede estar la clave para recuperar nuestra posición estratégica como potencia turística mundial. A nuestro favor está la calidad y cobertura de nuestro sistema sanitario, que sin duda van a jugar un papel esencial en la elección del destino de vacaciones de millones de turistas.
Pero, además de tener cerca una buena infraestructura sanitaria, los viajeros quieren tener la certeza de que aquellos espacios en los que van a alojarse, por vacaciones o viajes de negocios, tienen en cuenta tanto su salud como la de sus trabajadores. Porque según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pasamos entre un 80% y un 90% de nuestra vida en espacios cerrados. Así es que, si los edificios no reúnen las condiciones adecuadas, se convierten en espacios enfermantes para quienes los habitan.
La única alternativa ante lo que podemos denominar “biomiedo” (una falta de confianza en los espacios cerrados) es la prevención. Es decir, la arquitectura saludable.
La pandemia nos ha enseñado que la clave del éxito de los negocios es la salud de las personas y ha provocado un cambio de paradigma: los espacios deben mejorar nuestra salud y ayudarnos a prevenir enfermedades. Por eso, los nuevos hoteles deben ser saludables para ser de calidad.
Más allá del relax del spa, los hoteles de la era post-covid tienen que poner el foco en la salud de manera integral. Tampoco es suficiente garantizar la limpieza y desinfección de habitaciones y zonas comunes. Debemos trabajar con nuevos estándares de calidad, basados en los principios de la arquitectura saludable, que marquen la diferencia y que devuelvan la confianza en los espacios: los huéspedes quieren seguridad, saber que se alojan en hoteles con medidas eficaces para prevenir posibles contagios.
Además, diferenciarse apostando por una arquitectura que cuide el bienestar físico y emocional de las personas, posicionaría a nuestros hoteles entre los más competitivos, resilientes y excelentes del mundo. Por eso es urgente aplicar el nuevo enfoque y los cambios en la industria, porque hay que dar respuesta a las necesidades de las personas y del nuevo mercado.
No podemos perder más tiempo. Es el momento de dar el paso y transformar una crisis profunda en una gran oportunidad para convertir nuestros hoteles en negocios modernos, rentables y saludables.
¿Viajamos juntos?
Artículo de Rita Gasalla publicado previamente en Habitissimo